miércoles, 9 de enero de 2013

SANAR O RESTAURAR LA AUTOESTIMA

Siempre es posible reconstruir la autoestima. Aunque se pase o se haya pasado por situaciones sumamente difíciles y devaluado la autoestima, es posible reconstruirla  o mejorarla. Para ello es necesario partir del “darse cuenta”, reconocer cuando se tiene la autoestima devaluada. Como segundo paso “¡decidirse a trabajar!”, ponerse a sí mismo como las más serias de las tareas, es decir, RECONOCER el valor que uno tiene, que con frecuencia se encuentra ignorado o devaluado.

RECONCILIARSE CON EL PASADO

Nada reconstruye tanto la autoestima como la capacidad de reconciliarse con el pasado. El “pasado” incluye dos aspectos fundamentales: lo BUENO que hemos vivido y los que NO ha sido agradable vivir, los rencores y el resentimiento. Ambos aspectos constituyen nuestro pasado y con frecuencia nos hacen consumir una enorme cantidad de energía y redundan en una vida incompleta, “a medias”.
Sin duda, el pasado más difícil de desarraigar es el de los resentimientos y el dolor; son los “nudos” de rencor. Es innegable que las personas que se liberan de los resentimientos viven mejor que aquellas que se encuentran ancladas a este. Obsérvese como los niños, cuando entran en conflicto entre sí, expresan el enojo y este se evapora. Los niños no guardan resentimientos; esto lo aprenden después (generalmente de sus padres) por ello viven y duermen tan plácidamente, porque no “cargan” con el costal de los resentimientos. El secreto para pasarla bien en la vida es dejar que lo que pasa, pase...
Pero con frecuencia, los acontecimientos indeseables no pasan, se quedan y, por lo tanto vivimos anclados al pasado. Dejar que lo pasado, pase… significa también perdonarse a sí mismo. Cuando uno se reconcilia con el pasado, el principal beneficiado es uno mismo.
 
VIVIR EN EL PRESENTE
La autoestima se valora en el presente, no en el futuro. Sólo el presente es real. El “cáncer del futuro” consume irremediablemente el momento presente, el único presente que puede ser vivido es el AQUÍ Y AHORA.
Muchas veces vivimos esperando “cuando me case” “cuando él o ella cambie” “cuando la situación mejore” “cuando tenga el trabajo de mis sueños” y entonces seremos felices, esperar siempre es no saber reconocerse. Es el drama de las personas que no llegan a vivir porque siempre se están preparando para poder vivir.
 
Una persona que se valora, valora también su tiempo presente, porque el tiempo es un recurso no renovable, el tiempo presente es el único real. ¿Estamos completamente “vivos en vida” (en el presente) o “medio muertos” (en el futuro)?
 
SER ASERTIVOS
La asertividad consiste en ser capaz de pedir lo que uno necesita, decir lo que a uno le gusta o no y expresar lo que uno siente… de modo conveniente y en el momento oportuno. Es decir, es tan importante el qué (lo que decimos o pedimos) como el cómo (la manera en que lo pedimos).
Es expresar lo que uno desea o no desea hacer, siendo considerado con todos los demás. La asertividad tiene que ver con la autoestima, con la propia valoración de sí mismo y de su tiempo.

Algunos ejemplos de NO ser asertivo:
·       El compañero de trabajo se sienta a platicar dos horas de cosas sin importancia y YO no soy capaz de terminar esa conversación aunque tengo cosas más importantes que hacer (desperdicio mi tiempo).  
 
·        La visita inoportuna a la que YO no le puedo decir que tengo que estudiar para mi examen, y ¡se queda toda la tarde!
 
·        Comerse la sopa fría en el restaurante, para no “molestar” o “incomodar” al mesero… o darle propina a pesar del mal servicio.
 
Una buena manera de recuperar áreas de la autoestima consiste en proponerse metas concretas de asertividad y cumplirlas. Cada quien puede, desde luego, elaborar sus propias metas. Algunos ejemplos:
  1. No permitir que una persona se introduzca a la fila cuando se está esperando a ser atendido, a menos que se dé una buena explicación.
  2. Ante un error, no llamarse “tonto”… ni permitir que otro lo haga.
  3. No permitir que otros me griten y que me pidan las cosas “por favor” y den las gracias… (claro que yo debo de hacerlo también.
El resultado que uno obtiene generalmente va de acuerdo con la intención puesta; si pedimos algo con actitud de mando, logramos irritación; si lo hacemos suplicando, obtenemos menosprecio; si lo pedimos con dignidad y asertividad, obtenemos algo concreto y digno.

VIVIR VALORES
Con frecuencia se escuchan comentarios de que “ya no existen los valores” o “se están perdiendo los valores”. Vale la pena preguntarse: ¿Cuáles son mis valores? ¿Qué es valioso para mí? ¿Vivo de acuerdo con mis valores?
Sin duda, y sin darnos cuenta, convertimos en algo muy valioso las cosas, más que a las personas. Dar importancia a lo importante y vivir en consecuencia es una forma de restaurar la autoestima, al vivir valores estamos satisfaciendo nuestras necesidades, algunos ejemplos:
1.- Vivir con el valor de las responsabilidad en el trabajo y en la familia (responder por lo que se hace).
2.- Vivir con el valor de la tolerancia, hacia mí mismo y hacia los demás.

3.- Aprender a escuchar, dejando de hablar y permitiendo que los otros (pareja, hijos, amigos…) puedan expresarse (aunque el niño tenga solo 2 años se le puede escuchar).

Cada quien debe definir los valores que quiere vivir, esa es una tarea personal. El aspecto más importante de vivir valores es el siguiente: SI UNO SE CONSIDERA UNA PERSONA VALIOSA lo que uno diga y haga debe, en consecuencia, ser valioso.

 AUTOACEPTACION
Lo que no me gusta de mi lo convierto en mi enemigo; si no me gusta mi nariz, la edad o mi cara, convierto esas partes de mi en mis enemigas y estoy en guerra conmigo mismo.  ¡Es la guerra dentro de mí! O bien, tiendo a proyectar esas partes desagradables de mí en los demás: “!que señora tan terca; me irrita¡” ¿Por qué me tiene que irritar que otra persona sea terca, si no es porque veo reflejada en ella mi propia terquedad?
También podemos estar en guerra con el transito, con el tiempo, el calor, las cosas… y convertimos todo eso en enemigos.
Sin duda es más difícil aceptarse que cambiarse… y más difícil aún es aceptar a los demás, en esa parte desagradable que tienen, que es justamente en la que nos vemos reflejados. Si me molesta el ser introvertido o callado, fácilmente puedo irritarme contra mi hijo “por ser tan tímido”.
DEDICARSE TIEMPO
 
Tener un tiempo para uno mismo, dedicarse un tiempo que reconstruya la autoestima, realizar alguna actividad que lo haga a uno sentirse bien (la lectura, hacer ejercicio, andar en bicicleta, disfrutar de mi música favorita) o simplemente disfrutar de no hacer nada por un rato, estar en paz, saber estar en silencio (un ocio sano como sentarse una hora en una mecedora a descansar, practicar la meditación, etc.)
Este es un aprendizaje muy importante: el aprender a ESTAR SOLO, es decir, con uno mismo. “La soledad es compañía”.
 
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